Para cumplir su sueño, Aoba de 28 años dejó todo en manos del agente de bienes raíces y le encajan un apartamento en mal estado sin siquiera inspeccionarlo. Aoba está desconcertado por el apartamento, ya que es diferente de lo que le habían dicho, pero el casero, Mikuru, que tiene el cabello con una división en el medio y gafas culo de botella, intenta convencer a Aoba que se quede desesperadamente. Aoba finalmente decide quedarse por la hermosa vista al océano desde su habitación, pero cuando va a contarle sobre su decisión, se sorprende por la adorable vista de Mikuru, quien se saca sus gafas y llora de alivio. Aoba se encuentra encantado por la dedicación de Mikuru en el manejo del apartamente, y Mikuru comienza a contemplar una forma en la que pueda serle útil a Aoba.